Responsabilidad sanitaria

Ante la crisis sanitaria desatada por el contagio de Teresa Romero, pareciera que toda la caverna mediática se ha puesto a las órdenes de Javier Rodriguez, Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, que ha pasado más tiempo insultando a la enfermera contagiada que analizando los errores cometidos. Como ya estamos acostumbrad@s a que el partido «neocon» español criminalice a las víctimas de su mala gestión, quizá esté pasando desapercibido en el caos mediático que cualquier cosa que haya podido hacer bien o mal Teresa, solamente ha tenido consecuencias terribles para ella. Lo peor es que al colocarnos en ese debate, ponemos en duda la labor de alguien con un trabajo sacrificado, de alta cualificación y que, en ocasiones, te pone en peligro.

Aunque sea una obviedad, es necesario decir que este debate ayuda a la contención de la crisis política que se debería estar produciendo. Incluso cuando una mala praxis profesional provoca una catástrofe, hay que dirimir responsabilidades para garantizar que quien tiene capacidad de decisión trabaje para minimizar el margen de error (lo siento, me estaba acordando del accidente del Alvia en Santiago). Los medios de comunicación deberían estar preguntando cuestiones cuyo sujeto no fuera Teresa Romero y centrarse en las acciones y omisiones de cualquiera que participe en la gestión de recursos, desde el Presidente del Gobierno hasta el último encargado de decidir la derivación de una llamada de emergencia.

La responsabilidad tiene dos caras: la prevención y el castigo de quien pone en peligro a los demás. Pero toda decisión humana implica un coste de oportunidad y hay que establecer prioridades: la prioridad ahora es impedir el contagio y, por lo tanto, además de atender lo mejor posible a l@s afectad@, se ha de identificar a cualquier enfermo potencial. Me preocupa bastante que el hartazgo justificado de todo un país, nos haga poner el foco en la lista infinita de motivos que hay para ajustar cuentas con los psicópatas que nos gobiernan y que a su vez, estos, estén más preocupados del marketing político que de abordar un problema tan grave, no tomando las medidas oportunas por miedo al desplome de su imagen.

Personalmente, considero al partido que nos gobierna en España y en Madrid, responsable de un genocidio social y a la mayoría de la oposición, cómplice. Cualquier dimisión por esta crisis sanitaria me parece anecdótica, teniendo en cuenta el listado de muertos por culpa de la crisis y los recortes. En estos momentos y a excepción de alguna prensa escrita, los medios de difusión masiva, como siempre, se comportan como correa de transmisión de la batalla política cortoplacista para entretener a la masa en lugar de dar respuesta a cuestiones fundamentales para el control de esta enfermedad. Humildemente, me planteo algunas cosas:

Dado que no hay una cura eficaz, a parte de los cuidados a los pacientes, el único control posible de la enfermedad es evitar el contagio. Los sintomas tardan de 2 a 21 días en aparecer, desde ese momento, el paciente, es contagioso. Esto que significa que la llegada a un centro de salud de cualquier enfermo potencial debe dar lugar, además de pruebas y controles, a algún tipo de precauciones o aislamiento que impidan su transmisión. No he escuchado en estos días que se estén dando instrucciones a los centros de salud en este sentido.

Sería conveniente que en programas de televisión de máxima audiencia se difundieran consejos tan sencillos como el lavado habitual de manos y que para no crear alarma social se informara del contagio poco probable cuando no hay un contacto directo.

En el sentido de extremar las precauciones respecto al aislamiento, sería bueno saber a qué empresa pertenece la ambulancia que trasladó a Teresa Romero y si hay un registro de los pacientes a los que se dio servicio en las horas siguientes antes de que se desinfectara la misma.

Sería bueno también que el Ministerio de Sanidad y la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid informaran en sus portales oficiales de cuántos pacientes están en observación. Da la sensación de que se evita esto para no crear alarma social, pero lo terminan filtrando a la prensa o, lo que es peor, se extienden los rumores en redes sociales y WhatsApp generando una falta de confianza que termina perjudicando especialmente a todo el personal sanitario. Da miedo pensar en la cantidad de gente con otras enfermedades poco mediáticas que estará en estos momentos evitando acudir al médico de su barrio.


 

Video de Álvaro Piélago (@AlvaroPielago)

Video de Alicia Armesto (@alitwittt) y Javier Romero (@mainouv)

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